CRÓNICA EMOCIONADA DE UN NOCHE DE ENSAYOS:
Fue como siempre, una noche de ensayos costaleros en los que la Semana Santa se va presintiendo por momentos. La oscuridad del templo solo con la Señora de Loreto iluminada por el foco y por su belleza deslumbrante. Mochilas al hombre, reencuentros, listados, abrazos y bromas. Luego el momento de ponerse ante la Virgen, escuchar las enriquecedoras palabras del capataz, el instante que nos llegó al corazón cuando, inevitablemente, se hace presente Selu, nuestro anterior capataz; muchos le teníamos en mente porque todo lo que ,de nuevo, se estaba viviendo, si volvíamos atrás la página de nuestra historia, había sido igual, una noche de ensayos en San Pedro, pero con otros capataces y con otros costaleros, unos pasaron , otros quedaron y algunos se fueron en busca de las coplas del silencio en Viernes Santos eternos. Y el último de ellos nuestro amigo Selu que, hace solo cuatro años quiso ser costalero de Loreto, cuando, antes, durante otros cuatro, había sido su capataz y que se nos fue abrazado a su propia cruz esta pasada semana. Emocionante y sentidas las palabras de José Antonio en recuerdo de su amigo y hermano, compañero en la noble tarea de pasear a la Señora por Jerez, inundando a la ciudad de su sobrecogedora soledad.
Pero lo mejor aún estaba por llegar. El recuerdo de las imagenes de la Estación Penitencial del pasado año, en la que todos de nuevo, nos pudimos regodear en la magnífica Hermandad y Cofradía de nazarenos que tenemos. La hora del ensayo, el enfajarse y prepararse para la salida, los bancos retirados, la puerta con sus escalones, como lo hicieron los curtidos costaleros de Papi en aquella primera salida del año 1954. Las calles del barrio, donde no pasa la Virgen pero en donde en cada casa, en cada ventana encendida, en cada portal, hay un recuerdo de un hermano lauretano y de filas de nazarenos con túnica morada en la tarde del luto. El frío de las calles, tan solas como María aquel Viernes Santo de la historia, y de nuevo Antona de Dios y Bizcocheros para volver a casa y es aquí, donde llegó el momento cumbre de la noche. El templo en penumbra, Nuestra Madre Dolorosa entre las Dolorosa, con su vestimenta de mujer hebrea y suena la marcha fúnebre,sublime, solemne y portentosa: "Esta última chicotá va por Selu", y el paso, solo con su monte y el símbolo del triunfo de la vida sobre la muerte encima, recorrió, a paso lento y majestuoso todo el templo, desde el cancel a la Virgen, mientras de fondo se escuchaba los sones fúnebres y en la bóveda de San Pedro resonaba aún la voz de un joven capataz, que ya se encuentra junto a esos otros capataces de la historia lauretana, Papi, Gorrión, Sandrini y Sacri. Fue un chicotá de ensueño que quizo José Antonio que dirigiera Selu para acercarse aún más a Ella. fue el momento de la noche cuando Selu pudo estar, otra vez, con todos nosotros.
Mi agradecimiento y felicitación más sincera a todos los que lo hicieron posible tanto el cielo como en la tierra.
Eduardo Velo. Hno. Mayor
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